Todos creían que por aquel beso de “amor verdadero” desperté. No digo que a lo mejor fuera el beso lo que me despertó. Pero creo que no fue con “amor verdadero”. ¿Por qué iba a haber amor verdadero entre el príncipe azul y yo? No nos conocíamos de nada.
Por desgracia, nos tuvimos que casar, ya que, según mis padres, era la persona que había salvado la vida, al reino y a mí.
Sí que es verdad que me parece
muy apuesto y hay que reconocer que me trata y me cuida mucho. Pero no sé
porque será, que a pesar de haber salvado mi vida y de romper aquel hechizo,
soy incapaz de verlo como a un esposo… Cada vez que nos encontramos o que
estamos juntos, no puedo evitar bajar la cabeza y dibujar en mí rostro una
falsa y amarga sonrisa.
Tenía muy claro que no era el
amor de mi vida. Tuve momentos con él inigualables e inolvidables, … pero por
ciertas circunstancias mi corazón no gritaba su nombre.
Desde que era una niña, siempre
había querido al hijo de la señora Hudson, la señora de la limpieza del
castillo real. A veces se hacía cargo de mí y estaba su hijo también. No sé si
era su sonrisa, sus ojos rasgados castaños o su forma de abrazarme cuando me
sentía triste, que, desde pequeños, él había sido mi amor verdadero.
Con el tiempo tuvimos que
distanciarnos. Él por causas de trabajo tuvo que marcharse muy lejos del reino
y no supo nada de mi hechizo hasta que yo se lo conté diez años después de
casarme y de haber despertado de ese largo sueño al que estuve condenada.
Me enteré que venía porque su
madre me lo contó. Pensaba que a Arturo, que es cómo se llama, lo tenía
olvidado y que solo había sido un primer amor imposible. Cuando lo vi por
primera vez, creo que mi sonrisa por una vez era sincera y con el corazón.
Estaba un poco más estropeado de
lo que pensaba. Era mucho más atractivo mi marido. Pero como de pequeños, no sé
qué era, que no podía evitar esas mismas sensaciones que antes.
Parecía que los dos estábamos
algo cortados con los años. No sabíamos que decirnos. Pero aun así los dos
sentíamos algo que no sabría decir exactamente que es, pero que estoy segura de
que yo solo lo sentía con él, y me encantaba.
Quería intentar dejar de pensar
en todo aquello y centrarme en mi familia. Pero cada vez se me hacía más
imposible. Me veía todos los días con Arturo y conversábamos durante horas y
ayudándonos el uno al otro. A veces incluso, cuando estábamos solos nos
quedábamos abrazados el uno al otro, en silencio, pero mirándonos con pasión.
Pensaba que iba a soportarlo,
pero exploté. Llevaba diez años de amargura, de condiciones agobiantes y que no
me aportaban nada, necesitaba ser libre, disfrutar de aquellos años que el
hechizo me robó. Y la verdad que solamente quería aprovecharlos con el amor de
mi vida. Mi amor verdadero. Arturo.
Sin hablar con nadie y sin
pensarlo mucho, en una de las noches en las que nos quedábamos abrazados y
mirándonos apasionadamente, le dije “Fuguémonos”. Me lanzó una de sus sonrisas
resplandecientes y llenas de alegría y sin darnos cuenta nos fundimos en
nuestro primer beso. Creo que en ese momento desperté en la realidad que quería
y en la que a mí me hacía feliz.
Por eso aquella misma noche nos
llevamos lo imprescindible y a caballo viajamos durante días lejos del reino.
Dejaba a mis padres y a gente que
quería en el reino. Sabía que no los volvería a ver jamás, pero por una vez
quise pensar por mí misma, por lo que a mí me hacía feliz. Y es lo que hice.
Sin que nadie nos conociera,
empezando una vida nueva, lejos de aquellas condiciones que teníamos, Arturo y
yo estuvimos para siempre juntos. Como siempre habíamos querido.
Al final, me parece que en el
hechizo no hubo ningún fallo. Todo lo que había vivido antes eran solo sueños
amargos. A partir del beso de Arturo fue cuando desperté y comencé una vida
donde todas mis sonrisas eran sinceras y expresadas con el corazón.
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