Como otro día más, llegaba a casa de la oficina sobre las ocho
de la tarde. Al abrir la puerta principal de casa, dirigía al aire un saludo
cariñoso esperando la respuesta de Rosa, mi esposa, aunque a mí me gustaba más
llamarla Rosi.
Llevaba colado por ella desde
parvulitos y yo nunca me había atrevido a abrirme y expresar lo que sentía por
ella porque en ese aspecto era muy tímido. Nosotros siempre nos solíamos decir
mejores amigos pero en realidad para mí era algo más,…
Como decía, después de alzar la
voz al viento, me correspondió aquella dulce y adorable voz que tanto me
satisfacía. Me adentré hacia la cocina donde estaba ella. Mientras ella cortaba
los filetes de merluza y aliñaba la ensalada yo me dispuse a ayudarla
recogiendo la encimera de la cocina.
-¿Qué tal ha ido el día? ¿Alguna
novedad? – Pregunto ella.
-Ninguna, solamente que cada vez
hay más y más papeleo con esto de la bajada de la bolsa. Estoy desquiciado,… -
Respondí.
-Bueno, relájate y descansa
mañana será otro día.- Intento consolarme con esta típica frase suya.
-¿Tu qué tal? ¿Mucho trabajo con
los niños?
- Bueno, hasta ahora he estado
corrigiendo un par de exámenes pero,…
La conversación fue interrumpida
por el sonido alarmante timbre. Pensando que era algo grave y urgente aceleré
el paso para abrir lo antes posible la puerta.
-Hombre Jaime, ¿cómo estás?
Tras la puerta estaba Jaime, mi
mejor amigo. Llevaba con él desde que nací y siempre hemos hecho y hemos
compartido todo, juntos.
-Bien, bien,…-Dijo con velocidad
y dispuesto a cambiar de tema. Bajó el tono de voz casi susurrando.- ¿Está tu mujer?
-Mmm, si ¿por qué?- Pregunté
extrañado.
-No nada nada entonces ya
hablaremos en otro rato mejor, mañana a las cuatro acude al bar de Alfredo,
hasta luego,…
Jaime sin dejar tiempo para
recapacitar y responder cogió velocidad y se marchó.
Extrañado volví a la cocina con
Rosi.
-¿Qué quería ahora Jaime?
- No sé, estaba muy raro y no me
ha terminado de decir nada. Mañana he quedado con él para hablar solos.
-Ah vale pues bueno no se que
será, pero ya sabes que Jaime siempre ha sido un poco rarito. Igual es alguna
paranoilla suya.
-No sé que será esta vez pero lo
he visto demasiado extraño. Por cierto, ¿y las niñas?- Pregunté para cambiar de
tema y no estar comiéndome la cabeza por lo que podía pasar.
Después de cenar y de ir a buscar
a las niñas que estaban en casa de unas amigas estuve un rato en el salón
escuchando las noticias y sobre las diez me fui a dormir ya que no me quitaba
la noticia que parecía tan importante de Jaime.
A las once o así seguía sin
conciliar el sueño así que decidí leer un rato. Salí del cuarto sin hacer mucho
ruido para no despertar a las niñas, y oí a Rosi hablando con un tono potente
por teléfono.
-¡Pero qué estás diciendo! ¡Ni se
te ocurra…! ¡No es necesario que sepa nada!,… ¡Como si es tu primo, no le digas nada, olvida el tema solo fue…
Y entonces el sonido del camión
de basura hizo que perdiese la conversación con mi mujer.
Otra vez volví a quedarme
extrañado. ¿Con quién y de qué hablaría mi mujer? ¿Estaría relacionado con lo
que me tenía que decir Jaime?... Las preguntas se acumulaban en mi cabeza
produciéndome una jaqueca. Con la escusa bajé las escaleras y me dispuse a la
cocina a tomar un medicamento y de paso preguntar a mi mujer con quien estaba
hablando.
-Rosi,… ¿con quién hablabas dando
tantas voces?
Tardó unos segundos hasta
responderme y sin mirarme a los ojos contestó: Nada, nada con mi madre que
había discutido con mi padre y estaba mal la pobre,…
- Aaaaaa, vale vale pues nada, me
vuelvo a subir a ver si ahora puedo dormir. Buenas noches.- Respondí seco.
-Buenas noches cariño.
Al llegar a mi habitación y
recostarme, millones de preguntas se acumulaban en mi cabeza ¿Por qué Rosi me
mentía? ¿Había hecho algo?... No entendía nada y preferí cerrar los ojos y como
me decía ella “mañana será otro día”.
Al levantarme, raramente mi mujer
no estaba pero tampoco le di mucha importancia. Yo me fui a la oficina y hasta
las cuatro no salí para ir a la quedada con Jaime.
A las 16:08 llegué al bar de
Alfredo. Allí en una mesa al fondo
pegada a la ventana se encontraba Jaime. Me acerqué rápidamente y como un
mafioso en busca de su dinero, le pregunté sin andarme con rodeos.
-¿Qué es lo que me tenías que me
contar Jaime? Me tienes en un sin vivir entre tú y mi mujer.
-¿Es qué te ha dicho algo?-
Preguntó con insistencia.
-No que va, ¿es qué me tiene que
decir algo?
-Mira Fran, no me voy a andar con
muchos rodeos. Mientras tú estuviste en Madrid para el informe a la empresa de
la bolsa, tu mujer una noche me llamó para que me quedase con las niñas porque
ella tenía la despedida de soltera de una amiga. Pues cuando volvió de la
fiesta, yo estaba en el salón esperando a que volviese por no dejar a las niñas
solas y ella volvió dando tumbos de los borracha que iba. Me empezó a decir lo
mal que lo estaba pasando contigo porque sentía que tu no le apreciabas ni le
valorabas y entonces se me lanzo y una cosa llevo a la otra y…
Cuando Jaime me lo contó sentí el
frío de una hoja de acero en las entrañas. Intenté levantarme pero mi cuerpo
perdía el equilibrio y tuve que apoyarme en la mesa. Jaime preocupado se
dispuso a ayudarme pero le aparte. Después de unos minutos, mi cuerpo había
asimilado el dolor y me dispuse a volver a casa pero antes solamente le dije a
mi fiel amigo: “Muchas gracias por todo”. Recogí mi cartera y mi abrigo y me
fui de aquel lugar donde toda una vida se había desmoronado en unos minutos.
Al llegar a casa esta vez no alce
la voz, directamente fui a mi escritorio y escribí una carta dirigida hacia mis
hijas y a Rosi.
En la carta terminé con la frase
que ella siempre me decía pero a mi estilo:
“Mañana para nosotros ya no será
otro día”
Precioso y muy bien escrito, Belén, enhorabuena.
ResponderEliminar(Y espero que estés mejor...)