Una tarde de frío invierno, en
fechas cercanas a la Navidad, me encontraba en casa de mi tía, decorándola con
adornos navideños y montando el Belén. Al terminar me invitó a un chocolate
caliente con dulces y a charlar un rato.
Yo que soy muy curiosa, le
pregunté si había alguna historia típica del pueblo de Ahillones y durante la
tarde, no hizo más que contarme todas las historias del pueblo. Todas y cada
una de ellas tenían sus peculiaridades, pero la que sin lugar a duda me llamó
más la atención fue la que mi tía llamaba “La ovejita burda” y que dice así: