Para poder analizar un texto, previamente debemos tener unos conocimientos básicos sobre lo que vamos a leer. Para poder comprender mejor el texto, realizamos un breve resumen que recoja las ideas principales que éste cita:
Es cosa de los etimologistas y los anatómicos de la lengua
el averiguar el origen de la voz “calavera” en su acepción figurada,
puesto que la propia no puede tener otro sentido que la designación del cráneo
de un muerto, ya vacío y descarnado. Es una acepción picaresca y de uso moderno
que se ha aplicado a los seres de todos los tiempos. (,,,)
no encuentro qué relación hay entre un “calavera” y una
“calavera espero que por mi artículo se convencerá cualquiera de que para pocas
cosas se necesita más talento y buen juicio que para ser “calavera”.
Todos tenemos algo de “calaveras” ; pero así como no
se llama locos sino a aquellos cuya locura no está en armonía con la de los
más, así sólo se llama “calaveras” a aquellos cuya serie de acciones
continuadas son diferentes de las que los otros tuvieran en iguales casos.
El “calavera” se divide y subdivide hasta el
infinito, y es difícil encontrar una especie que presente mayor número de
castas distintas. Sólo dos son las calidades esenciales que determinan su ser,
y que las reúnen en una sola especie, reconociéndose al “calavera” de cualquier
casta que sea:
1º El “calavera” debe tener por base de
su ser “talento natural” por unos; “despejo” por otros; “viveza”.
2º El “calavera” debe tener lo que se llama en
el mundo “poca aprensión”, es decir la indiferencia con que considera “el qué
dirán” el que no hace más que cosas naturales, el que no hace cosas
vergonzosas. El “calavera” es un hombre público cuyos actos pasan por el tamiz
de la opinión, saliendo de él más depurados.
El calavera se divide a su vez en silvestre y
doméstico.
El calavera silvestre es hombre de la plebe,
sin educación ninguna y sin modales; Este calavera es esencialmente español.
El calavera doméstico admite diferentes
grados de civilización, cuyas características les subdividen a su vez en
diversas castas:
El calavera-lampiño tiene catorce o
quince años, lo más diez y ocho. Sus padres no pudieron nunca hacer carrera con
él: le metieron en el colegio para quitársele de encima y hubieron de sacarle
porque no dejaba allí cosa con cosa; Los libros los despedazaba para hacer
bolitas de papel, las cuales arrojaba a las narices del maestro. A pesar de
eso, el día de examen, el talento profundo y tímido se cortaba, y nuestro audaz
muchacho repetía con osadía las cuatro voces tercas que había recogido aquí y
allí y se llevaba el premio. Su carácter resuelto ejercía predominio sobre la
multitud, y capitaneaba por lo regular las pandillas y los partidos. Sí era
descubierto hacía pasar a otro por el culpable, o sufría en el último caso la
pena con valor y riéndose del éxito de su travesura. El número de sus hazañas era
infinito.
Fuera ya del colegio, se trató de sujetarle en casa y
se le puso bajo llave, pero a la mañana siguiente se encontraron colgadas las
sábanas de la ventana; el pájaro había volado, y como sus padres se
convencieron de que no había forma de contenerle, convinieron en que era
preciso dejarle. Es el más pesado, el más incómodo siendo aún un joven que
necesita hacer dobles esfuerzos para llamar la pública atención. Es risa oírle
hablar de las mujeres como un hombre ya maduro; contar sus acciones del día
como si pudieran importarle a alguien, pero con despejo, soltura, con aire
cansado y corrido.
Por la mañana madrugó porque tenía una
cita y a media mañana se fue al billar; aunque hijo de familia no come nunca en
casa; entra en el café, y sus bienes se reducen a algunas monedas que consigue
gracias a la generosidad de su mamá o de su hermana, luceiendolas sobremanera.
El billar es su elemento y en ratos libres se dedica a ocupar ciertas mujeres
que le hacen cara todavía.
Aquí empieza el calavera-temerón, que es
el gran calavera, el cual se entretiene atacando a viandantes absurdamente y a
escondidas.
Claro está que el “calavera” necesita
espectadores para todas estas escenas por tanto, cría a su alrededor una
pequeña corte de aprendices, o curiosos, que se contentan con el papel de
cómplices y partícipes.
El “calavera-langosta” se forma del anterior;
sus hazañas son más serias reuniéndose en pandillas. En una palabra, éste es el
venenoso, el “calavera-plaga”: los demás divierten; éste mata.
Dos líneas más allá de éste está otra casta: el
“calavera-tramposo”, el que hace deudas, el parásito, el que comete a veces
picardías, el que pide para no devolver, el que vive a costa de todo el mundo,
etc., etc.: pero estos no son verdaderamente “calaveras”; ésos son los que
desacreditan el oficio, y por ellos pierden los demás. No los reconocemos.
Otra de estas aborrecibles castas es el
“viejo-calavera”. Esos viejos que conocerá, un decrépito que persigue a las
bellas, y se roza llenándolas de baba; un viejo sin orden, sin casa.
Dejando a un lado otras varias, concluiremos en
un ligero bosquejo de la más delicada y exquisita, es decir, del “calavera de
buen tono”.
El “calavera de buen tono” es el tipo de la
civilización, el emblema del siglo XIX. Perteneciendo a la primera clase de la
sociedad, o debiendo a su mérito y a su carácter la introducción en ella, ha
recibido una educación esmerada. Maneja bien las armas y se bate a menudo,
semejante en eso al “temerón”, pero siempre con fortuna y a primera sangre. La
última impresión es la mejor de esta suerte, y todos pueden quedar riendo y diciendo
de él: “¡Qué cabeza! ¡Es mucho fulano!”.
El “calavera de buen tono” es el adorno primero del siglo de
la sociedad y de las hermosas.
Es el único que ve el mundo y sus cosas en su
verdadero punto de vista. Tiene algún amor sentimental, y no está nunca sin
intrigas.
El fin de éste es la edad misma; una posición
social nueva, un empleo distinguido, una boda ventajosa, ponen término honroso
a sus inocentes travesuras.
Haremos antes de concluir una pequeña observación acerca de
lo que se llama en el mundo vulgarmente “calaveradas”. Éstas se juzgan siempre
por los resultados: por consiguiente, a veces una línea imperceptible divide
únicamente al “calavera” del “genio”, y la suerte los separa o los confunde en
una para siempre. Tal es el modo de juzgar de los hombres; sin embargo, eso se
aprecia, eso sirve muchas veces de regla. ¿Y por qué?… Porque tal es la
“opinión pública”.
Después de haber hecho un resumen sobre este artículo, donde
yo considero que están las ideas principales; como en los artículos del autor y
reflejándose el egocentrismo y el predominio del “yo” en el texto, podemos ver
como el propio autor aparece varias veces en el texto contando y explicando
tanto las diferencias que existen entre el significado literal y figurado de la
palabra “calavera” y hace una crítica sobre el significado del sentido figurado
de la palabra.
En lo que Larra nos cuenta, los personajes ya están suficientemente
caracterizados, tendríamos por una parte al “Calavera” general el cual recoge
unas características principales, y a partir de este nos nombra y describe a
todos los demás:
- · “Calavera silvestre”
- · “Calavera doméstico”
- · “Calavera-lampiño”
- · “Calavera temerón”
- · “Calavera langosta”
- · “Calavera tramposo”
- · “Viejo calavera”
- · “Calavera del buen tono”
En conclusión, diríamos que Larra intenta hacer una crítica
a la sociedad que tiene unos valores totalmente contradictorios ya que ésta se
encarga de juzgar y con el tiempo a esos que a criticado los pone en un pedestal
como auténticos héroes cuando en un principio se les consideraba como locos o
como se diría en el texto “Calaveras”.
Yo estoy totalmente de acuerdo con lo que Larra intenta
transmitir en su artículo y es algo que sigue pasando y pasara porque muchas
veces sin darnos cuenta rechazamos y dejamos a un lado las cosas que de verdad
dan importancia al mundo y a la evolución de la sociedad.
De este artículo la frase que sacaría y daría más
importancia es: “Éstas se juzgan siempre
por los resultados: por consiguiente, a veces una línea imperceptible divide
únicamente al “calavera” del “genio”, y la suerte los separa o los confunde en
una para siempre.”
Muy bien, Belén (aunque el resumen quizás sea demasiado extenso). Pero me alegro muchísimo de que te hayas decidido a hacer este trabajo. ¡Feliz año!!
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